Reflexionando entre el sueño y la vigilia, palpitando el aire frío y los aromas que vienen y van. Y yo, me seduzco, me atrevo a la descarada tarea de fluir. Sonrío. Me animo. Aquí estoy, en el silencio de la noche, besando a la luna, acariciando mi piel, susurrándole a la almohada, trascendiendo mi vientre.
Exhalo en un grito voraz, dejo salir la luz. Una lámina recubre mi cuerpo desnudo en la oscuridad de la noche. La veo, la siento, la amo desde las entrañas, me expande, vuelvo a sonreír.
Entre contorneo y contorneo descubro la magia luminosa de mi pecho...Una lágrima concluye justo en esa zona y es transformada en rosa. De pronto, la sorpresa y el asombro erizan mi piel, las percepciones se agudizan. Yo y la totalidad somos una misma cosa. Placer. Éxtasis.
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